Las cooperativas y su reto constitutivo
José Guadalupe Bermúdez Olivares
Para esta reflexión decidí apoyarme en estas ideas poderosas: Las cooperativas son una alternativa social y económica a la crisis actual y, la constitución de la cooperativa es el reflejo de las voluntades por un mundo mejor.
Pudimos leer en algunos espacios, cómo fue la participación de las cooperativas en la crisis sanitaria provocada por del COVID-19, destacaron su labor solidaria en barrios y con familias que necesitaban de ayuda en alguno de los aspectos vitales, entre ellos el alimento; pero también leímos los balances de sobrevivencia empresarial, nos dio gusto que el mayor porcentaje de las empresas que resistieron fueron cooperativas, por ejemplo, en Argentina durante la pandemia, mientras otras empresas tuvieron que despedir trabajadores, la aseguradora Sancor Seguros pudo mantener a sus 3330 empleados, que siguieron teletrabajando. La cooperativa creó una red interna para mantener la colaboración y el trabajo en equipo, a pesar de la distancia física. Existen muchos ejemplos de cómo las cooperativas de las Américas se han enfrentado a la pandemia del COVID-19, publicados en un dossier específico elaborado por la organización regional Cooperativas de las Américas. Esto nos habla de diferenciadores en los tipos de empresas.
Al tener al ser humano en el centro de su interés, la cooperativa muestra el lado humano ante cualquier circunstancia, su inquebrantable compromiso con el territorio y con los grupos vulnerables de la sociedad, finalmente las crisis son escenarios donde se evidencia todo: la capacidad de un gobierno, la sensibilidad de los gobernantes y de los ciudadanos, la fortaleza de las instituciones, la solidaridad humana y su compromiso con el futuro, especialmente esta última, que ante momentos de incertidumbre y ante los casos más mediáticos y de alto impacto despertaron el miedo en millones, como en otros momentos se provoca el miedo a los cambios sociales, en ambos casos se alude a la misma existencia humana.
Al reflexionar esta crisis planetaria y civilizatoria, conviene voltear a ver las alternativas que tenemos, convencernos que este sistema económico de libre mercado, donde importa la ganancia que unos cuantos obtienen a partir del trabajo de millones, no es bueno para la enorme mayoría, por lo tanto el cooperativismo nos permite reconstruirnos como seres humanos, pero no hay que engañarnos, porque si este esfuerzo organizativo no se acompaña de ideología, la empresa cooperativa no se distinguirá del resto de las empresas, su carácter social se pierde y no ayuda a seguir la ruta de conformación de una nueva sociedad.
En México tenemos experiencias diversas en el movimiento cooperativista, algunas de ellas han logrado mantener la visión y son ahora un ecosistema, donde el aspecto económico es tan solo uno de los propósitos logrados, se trabaja con seriedad la educación, la cultura y más, solo así, se logra distinguir un esfuerzo de esta naturaleza. Miles de cooperativas existen, en su mayoría aisladas, lo que les hace perder su posibilidad de acción política e intervenir con más énfasis en la vida pública del territorio, por eso vamos a coordinarnos y conformar asociaciones, desde la región hasta la coordinación con equipos de otras naciones y hacer notar el pensamiento del movimiento.
Desde siglos atrás, Aristóteles, Platón, Cicerón y muchos otras aportaron su pensamiento para explicar la organización y el funcionamiento de las sociedades, con ideas muy valiosas para entender la conducta del ser humano en el ámbito político, se usaron diversos métodos explicativos, como el de concordancia, el de diferencia, el racionalismo crítico, que ayudaron a la conformación de las teorías a una ciencia política, que se relaciona con todas las ciencias, para explicar cómo se generan los gobiernos y cómo cada uno participa, conciente o inconscientemente, en la sociedad que habita y la sociedad a la que aspira, por eso retomamos la ciencia política, como una ciencia integradora, para argumentar y justificar, el camino que deseamos recorrer.
Y cierto, estamos siendo testigos de una búsqueda creciente de alternativas que llevan la bandera de la transformación social, la solidaridad y la ecología, en varias de ellas se habla de la economía social y la solidaridad como condición para construir una sociedad diferente. En las sesiones del Foro del poder político cooperativo latinoamericano se han realizado análisis desde la teoría política, que articulan ideas sustantivas del camino, con clara identificación de los trechos que cada uno va recorriendo, la valoración del quehacer hoy y mañana, juntos, como un movimiento que crece y promete actuar coordinamente.
Cuando una persona se decide por participar en una cooperativa, pone a prueba su capacidad de desprenderse de pensamientos que no son de él, sino que son asumidos por la ideología de la sociedad donde habita, deja atrás lo común, que se sintetiza en ideas como: “lo normal es que existan patrones y trabajadores”, “las empresas tienen un dueño, quien es el señor del capital y ello justifica que me pague poco, porque debe de tener ganancias”, “una sociedad trae problemas porque todos pensamos y actuamos diferentes”, entre muchas ideas que explica su resistencia y su falta de identidad. Los motivos de la identidad son explicados desde diferentes disciplinas, como la filosofía, la sociología, la psicología, antropología y otras ciencias. Cuando se interesa en su identidad, le implica una discusión con él mismo, con su propia construcción y una lucha externa, es la intermediación de la subjetividad. Por eso la vida en una cooperativa no es sencilla al inicio, cuesta reconocerse en su identidad y en su constitución.
Pero además de reconocerse a sí mismo y a su constitución, entendida esta como la estructura y funcionamiento de la cooperativa, que cubre al paso del tiempo su construcción social, que vincula también debe de reconocer su construcción colectiva. Las dos dimensiones del proceso identitario, la personal, que reivindica su persona, y la social, como identidad atribuida por los otros que se construye mediante los diversos vínculos que mantiene con los demás. Ambos procesos son esenciales para ser conciente de su constitución. Cada una de las dimensiones de esta identidad se logra en comunidad, lo personal difícilmente se logra aislado, algunos autores de la teoría social coincidirán que incluso es imposible; ambas nos requieren de actuación con otros, de educarnos en comunión como lo afirma Freire.
Tenemos pensadores que nos orientan, entre ellos los clásicos de la teoría social, Marx, Engels, del cooperativismo histórico y analistas del contexto actual, entre estos últimos, destaco a José Yorg y Eduardo Fontela, como también muchas referencias del ejercicio práctico del acto cooperativo en muchas partes del mundo, por ello nos congratula avanzar en el camino que hemos pensado.
Hablar de la constitución de una cooperativa, es mucho más allá del precepto legal, donde se agrupan los socios en torno a un acta constitutiva, su constitución implica su vida misma, con el acto cooperativo donde se hacen vivos los principios que nos aportaron los Pioneros de Rochdale y que han sido ajustados al paso de los años; la constitución es reconocerse a sí mismo como entes nuevos en una sociedad vieja, convencidos de que una nueva sociedad debe de nacer, que eso se logra con nuestras acciones. El reto es grande.
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